Hablar con Dios es abrir todos los ámbitos privados y públicos de nuestra vida y exponérselos a Dios. Nada existe más beneficioso y humanizador para la persona que englobar todos los otros diálogos de su vida, los que mantiene consigo misma, con los demás y con las cosas, en el diálogo con Dios. Hablar con Dios es lo que se llama oración. La oración ilumina y activa ese triple componente de la persona humana que es su individualidad, su referencia a la naturaleza y su inmersión en la historia. Las páginas de este libro nos invitan a una oración semejante al proponer un modo concreto de orar en nuestro mundo de hoy, desde la experiencia orante de la Iglesia y apoyándose en los Salmos y en el cántico d e Daniel.