Hermosa metáfora sobre la amistad y la soledad. Mereció el Premio Nacional de Literatura Infantil y el Segundo Premio a la Mejor Labor de Ilustración en el año 1978. Cuando el erizo, después de su largo sueño invernal, sale de su madriguera, busca un amigo con quien jugar. No le resultará fácil, pues sus púas asustan a muchos, aunque finalmente siempre hay alguien con quien compartir el tiempo.