El mundo onírico está lleno de simbolismo: a veces refleja como un espejo nuestros deseos insatisfechos y nuestros anhelos, en otras ocasiones los sueños se convierten en mensajes de nuestro subconsciente, que nos alertan o nos advierten sobre detalles que no percibimos en la vigilia. También pueden convertirse en catalizadores de una vivencia extrema que marca nuestra existencia y mantenemos oculta.