«Fijos los ojos en Jesús, el que inicia y confirma la fe». Sean estas palabras de la Carta a los Hebreos el punto de partida y de obligada referencia en éste nuestro proyecto de adentrarnos en la Verdad de Jesucristo, y, para que Él viva en nosotros y nosotros hallemos profunda intimidad de vida en Él. Ellas nos señalan la diana de nuestro propósito al escribir estas páginas, a la par que definen de forma poco utilizada, pero muy sugerente, la obra salvadora de Jesús: iniciar y consumar en nosotros el misterio salvífico de la fe; indican, además, el talante personal de quien aspira al encuentro con Cristo, Hijo de Dios y Salvador: fijos los ojos en Jesús.