En los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial la nueva Kriegsmarine se convirtió en un enemigo temible de la todopoderosa Royal Navy. Aunque siempre actuó en una descorazonadora inferioridad, las nuevas y, en muchos casos, revolucionarias unidades alemanas lograron disputar el dominio de los mares a sus poderosos enemigos, escribiendo páginas épicas, gracias a acorazados como el Bismarck o el Tirpitz.