Algunos de los indicadores de la gran transformación que, con cierto retraso respecto a otras sociedades europeas, registró España en este periodo fueron el crecimiento demográfico, la intensificación de los procesos migratorios del campo a las ciudades, la reducción de las tasas de analfabetismo, la expansión de la segunda industrialización, la transformación de los mercados laborales, la terciarización de la economía, la consolidación de los partidos y sindicatos de masas, la elevación de los niveles de vida, la primera irrupción de la sociedad de consumo y la creación de nuevos hábitos y estilos de vida.