Las empresas triunfadoras se distinguen del resto por su capacidad para evolucionar y cambiar de estrategia según las mutaciones que sufren los mercados y el mundo que las rodea. Sin embargo, el cambio, que siempre genera resistencia, es precisamente una de las cosas más complicadas. De hecho, cuanto más organizado y estructurado está un sistema, más se resiste a su transformación, aun cuando esta es a todas luces necesaria. Para salir de esta trampa, la empresa debe asumir cambios a fin de evitar esas resistencias y reorganizar su funcionamiento con el objetivo de que vuelva a ser eficaz y funcional.