«Un sentimiento de honda melancolía invade el director de escena, que, sentado frente al telón, observa la bulliciosa animación de la Feria. En ella se come y se bebe en exceso, se ama y se coquetea, se ríe y se llora...» Acompañados por estas palabras, que inauguran La feria de las vanidades, los lectores nos trasladamos a otro lugar y otra época para entrar en el recinto de la Feria y disfrutar, nosotros también, de uno de los mejores retratos de la sociedad inglesa de principios del siglo XIX. La mirada desencantada e irónica del director de escena no es otra que la de William M. Thackeray, maestro en el arte de crear personajes femeninos. Así, pronto veremos pisar el escenario a dos mujeres inolvidables: Amelia Sedley, dulce y sensible pero apocada, deseosa de entregar su vida al hombre que ama, y Becky Sharp, inteligente y ambiciosa, dispuesta a usar y abusar de sus encantos para ascender en la escala social. Estas figuras tópicas cobran vida en manos de Thackeray, y lo que podía ser la trama de un culebrón de sobremesa se convierte en un juego fascinante, lleno de trampas y de emoción. Cuando por fin el telón vuelva a caer y la Feria cierre sus puertas, habremos tenido el placer de conocer de muy cerca a Amelia, a Becky y a una espléndida galería de personajes que han hecho de esta novela una obra magistral de la literatura de todos los tiempos. La opinión del editor: Lumen se dedica desde hace tiempo al rescate de obras clásicas, a menudo poco conocidas por los lectores. La película de Mira Nair nos ha animado a dar una oportunidad a esta estupenda novela que merece encontrar nuevos lectores.