Mientras vaga por los reinos jóvenes, siendo todavía emperador de Melniboné y habiendo dejado a su primo como regente en el trono dorado de Imrryr, Elric, privado de los elixires que necesita para subsistir, llega sin fuerzas y casi moribundo a la ciudad de Quarzhasaat. Alli se ve obligado por un político emprender el más extraño de los periplos: debe encontrar la Perla, en el corazón de la Fortaleza de la Perla, lo que le dará el poder sobre la ciudad, o morirá. Y poco puede imaginar que su búsqueda le conducirá a adentrarse en un mundo onírico controlado por los sueños de una joven moribunda, debiendo enfrentarse a peligros que amenazan tanto su forma física como su cordura, peligros de los que ni siquiera su espada negra es capaz de protegerle.