En 1953, tres años antes de la aparición de su novela Producciones García, S.A y cuatro de La piedrecita angular, Edgar Neville publicó en la colección «La novela del sábado» una novela corta que no ha vuelto a ser reeditada, La niña de la calle del Arenal. En ella se aprecia claramente su inclinación hacia la búsqueda de una literatura y un cine que arraigado en la tradición cultural española ofrezca un toque postmoderno, una visión mucho más abierta de las cosas similar a la que logrará años después con su cine Pedro Almodóvar. Reivindicado actualmente por su importancia decisiva para modernizar el cine y la literatura española durante los años terinta, La niña de la calle del Arenal ofrece especial protagonismo a Madrid, ciudad presente en la mayoría de las creaciones de Neville, que intentó actualizar generos como el sainete y ofrecer una versión potmoderna del casticismo. Su paso por Hollywood, su amiatad con Charles Chaplin y Douglas Faibanks y con importantes creadores internacionales le permitió afrontar con una nueva mirada géneros prácticamente en desuso siempre dentro del humor y abanderando un odio visceral a lo cursi.