Pese a su juventud, surgido hace apenas un siglo, el psicoanálisis ha marcado con huellas imborrables la cultura occidental. Sigmund Freud y Jacques Lacan abrieron este saber para preguntarse por aspectos hasta entonces insondables de la religión, la autoridad patriarcal, el derecho, la ley, el arte y la literatura. El siglo XXI asiste a una conversión de las sociedades, en la que se impone el criterio evaluador y las imágenes asumen el fundamento de la ciencia. En el cerebro radica la verdad de lo psíquico y a través de las IMR (imágenes por resonancia magnética) se cree acceder a lo singular de cada sujeto; se trata de un campo propicio para lanzar una ofensiva contra el psicoanálisis que intenta invalidar una presencia y una influencia insoslayables.