Nunca es fácil para una mujer de la alta burguesía soportar el peso de la crítica social. Por eso hace mucho que Kate vive en un pueblecito de la Costa Azul, donde nadie sabe o quiere saber quién es esta señora que ahora peina las primeras canas y esconde con garbo un infinito aburrimiento. Solo ella recuerda su pecado de juventud: la huida precipitada de su mansión de Nueva York para seguir los pasos de un amante que la alejaría para siempre de su marido y de su hija Anne, entonces una niña. Los años han pasado, y es Anne, convertida en una hermosa muchacha en edad de merecer, quien reclama un buen día la presencia de su madre en la austera mansión de Manhattan. Kate acude a la llamada, y pronto las vemos paseando por Central Park y disfrutando de esa intimidad que une a madres e hijas en el más hondo de los afectos. Todo parece recobrar color, pues los deliciosos años veinte prometen locuras mil a quienes saben bailar al ritmo de los nuevos tiempos, pero el sueño se convertirá en tragedia cuando Kate descubra que su adorada Anne ha decidido casarse con Chris Fenno, un hombre que ella conoce muy bien, quizá demasiado... Alrededor de esta intriga, y a la sombra de unas costumbres hipócritas que se pegaban sin remedio a las faldas de matronas y doncellas, crece esta deliciosa novela de Edith Wharton, la mujer que hizo de su ironía y su talento unas armas capaces de apuntar con acierto y disparar sin temor contra la sociedad de su tiempo.