Con la sustancia de la tierra, dice Bachelard, la materia nos provee de tantas experiencias positivas y la forma es tan real, que casi no se puede ver cómo es posible dar cuerpo a unos ensueños que llegan a la intimidad de la materia. En suma, con la imaginación de la materia terrestre se reanuda el debate sobre la función de la imagen: la percepción de las imágenes es la que determinará los procesos de la imaginación.