Los diez fragmentos descriptivos de las islas Galápagos, en Ecuador, que integran Las Encantadas, son una deliciosa colección de relatos sui generis que no veían la luz en castellano desde hace décadas y se presentan ahora, en la magnífica traducción de Ana Lima, para completar el reciente rescate de la narrativa breve de Melville.fragmento: «Pensad en veinticinco montones de ceniza diseminados, aquí y allá, por un solar de las afueras de la ciudad; imaginad que algunos son tan grandes como montañas y que el descampado es el mar, y tendréis una idea exacta de la apariencia general de Las Encantadas. Éstas son más bien un grupo de volcanes extintos que de islas, y su aspecto es muy parecido al que tendría el mundo tras haber soportado el castigo de una gran conflagración. No cabe duda de que ningún lugar en el mundo puede compararse, por su desolación, con este archipiélago. Sus islas son como antiguos cementerios abandonados, como viejas ciudades que poco a poco se transforman en ruinas y que resultan absolutamente melancólicas; sin embargo, como todo lo que alguna vez estuvo asociado a la humanidad, siguen evocándonos ciertas sensaciones, por tristes que sean. De ahí que hasta el Mar Muerto, además de cualquier otra emoción que pudiera inspirar, no deja de provocar en el peregrino algunos de los sentimientos más gratos...» [Cuadro primero]