La actitud decadente y dandy de Baudelaire le sirve para establecer distancias, para intentar distinguirse, alcanzar en el aspecto más superficial aquella perfección que le caracteriza. En " Las flores del mal " crea un espacio que inclina al hombre hacia lo más bajo, un espacio sin horizonte, que aboca al abismo, al pecado, a la hipocresía, sin posibilidad de salir.