En este libro hablamos de los “no libros”, soportes impresos solían salir al circuito comercial con una fecha de caducidad tan breve como los productos -en la mayoría de las ocasiones perecederos- a los que acompañaban. Unos materiales que, como la literatura, han permitido a millones de niños durante muchos años moverse a otros mundos sin salir de sus casas o de sus barrios, vivir otras vidas desde sus propias vidas, leer en papel -antes de que existieran tabletas ni ordenadores- sin tener libros.¿De qué tipo de materiales impresos hablamos? De hojas sueltas, tebeos, postales, dípticos, estampas, recortables, películas de papel, pliegos de aleluyas, dioramas, cajas de cerrillas, secantes o cromos, sobre todo de cromos. Materiales que se convirtieron en el principal vehículo de divulgación de historietas infantiles y juveniles, popularizándose de tal manera que llegaron a ser durante buena parte del siglo XX los trabajos editoriales preferidos por niños y jóvenes y, por tanto, uno de sus primeros encuentros con la lectura voluntaria y placentera.