Los estigmas se borran a fuerza de ruborizar a la sociedad. Cuando a principios del siglo XX, en la España rural enquistada en las inmovilistas tradiciones, paganas y religiosas, una muchacha decide a última hora dejar a su novio plantado en el altar para darse a la fuga con su verdadero amor, empezó a romper un prejuicio que hoy en día solo obtendría el nivel de anécdota irrisoria. Para ello, debió acudir en su ayuda el periodismo y la literatura, aunque aquél marcó un peligroso antecedente. Por una parte, la prensa, con su seguimiento desnudó las miserias sociales, convencionalismos insostenibles incluso para el incipiente siglo XX; por otra parte, se destapó una peligrosa hipérbole mediática hasta entonces desconocida que no solo provocaba enganchar a los lectores y vender periódicos, sino también, de manera indirecta, establecer juicios paralelos fuera de las salas de justicia. El impulso de la prensa extendió sus brazos a la literatura. Carmen de Burgos primero, y Federico García Lorca después, se sintieron fascinados por la historia real de los novios del Cortijo del Fraile, en Níjar, y acudieron a la trama para desarrollarla en una particular catarsis literaria con la que impregnarían las mentes de todos sus coetáneos en forma de sendos dramas con títulos elocuentes: Puñal de claveles y Bodas de sangre, respectivamente. Inmortalizando el suceso en sus obras, comenzaba así la transformación de un capítulo de la crónica negra de aquella España. El crimen de Níjar marcó un hito en la prensa provincial. Fue la primera vez que un periódico provincial desplazó a un redactor, Jesús Salazar, para que permaneciera como enviado especial varios días en el lugar de los hechos, trabajando en equipo con el apoyo de dos corresponsales comarcales. Desde el relato periodístico del suceso, redactado “a ganchillo” con una prosa peculiar por los informadores de la época, al proceso y la sentencia judicial pasando por la literatura y el teatro. Este libro pretende escudriñar, además, la cara más humana de los protagonistas, y los aspectos menos conocidos que, sin embargo, ayudan a conformar en toda su extensión el retrato de aquel momento. Profundizamos en las figuras reales y destacadas del Crimen de Níjar de 1928, que quedarían marcadas de por vida. La novia Francisca Cañadas Morales (Níjar, 1908-1987); el novio, Casimiro Pérez Morales (Níjar, 1898-1990); y el asesinado, Francisco Montes Cañadas (San Isidro, Níjar, 1908–1928). Como si del reparto de un drama se tratara, también aparecerán personajes con papeles secundarios y, sin embargo, relevantes.