Lo demónico sería en nuestro ámbito cultural una síntesis entre el duende español de vida y muerte, tan bien representado por García Lorca, y el daimon europeo del bien y el mal, atisbado por Goethe en su Fausto. Pero lo demónico sobrepasa el dominio europeo hasta dominar el universo como su radical ambivalencia y su ambigua complicidad: la complicidad de los contrarios y la dialéctica o dualéctica de los opuestos. Oriente es pionero con su Tao demónico entre el yin y el yang. Pero la humanidad es el escenario de semejante contra-dicción de la realidad y de su lucha. En el fondo duende y «daimon» encarnan la energética ambivalente del universo, y en el trasfondo la propia daimonía o autocreatividad del universo diverso y aun contradictorio, pero entrelazado radicalmente.