A finales del siglo XVIII, el melancólico astrónomo Charles Mason y el exultante topógrafo Jeremiah Dixon, dos británicos a sueldo de la Royal Society, trazaron la línea que separaba los estados (entonces colonias) de Pennsylvania y Maryland, conocida aún hoy como la Línea Mason-Dixon. Su peripecia, contada por el magistral Thomas Pynchon, se convierte en un retrato épico y paródico de los albores de la Edad Contemporánea, con indios feroces y rudos colonos, batallas navales y exploraciones terrestres, conjuras jesuíticas y erotismo desenfrenado, hilarantes apariciones de George Washington fumando marihuana, Benjamin Franklin y Samuel Johnson, y donde se descubren desde maquinaciones políticas hasta el origen del ketchup.