Sin ceder en ningún momento a sensiblerías ni patetismos, Ford traza, apoyándose en lo que ha oído contar y en sus propios recuerdos, un retrato de su madre, Edna Akin, que abarca desde la prehistoria familiar, la infancia, la juventud, los amores y el matrimoniocon su padre, la tardía maternidad, la viudedad, hasta su trágica muerte a causa de un cáncer. Nos encontramos ante una reflexión sobre los complejos entresijos de las relaciones entre padres e hijos, un esfuerzo por conocer a la persona que se oculta detrás de la máscara materna, un acto de conocimiento y de reconocimiento -y sobre todo de homenaje- con que el autor trata de comprender a su madre y a sí mismo a través del cedazo de la memoria.