«¿Y por qué no descubres un monasterio en tu ciudad?», este es el consejo que le dio al autor un buen amigo. El problema es que vivimos en una sociedad que nos hace confundir lo urgente con lo esencial, alterando nuestras prioridades y empobreciendo nuestra vida interior. A partir de ahí, Alfonso Crespo nos invita a recuperar la riqueza de la oración pautada al ritmo de la Liturgia de las Horas, dentro del desasosiego con el que convivimos y la obsesión con el tiempo que no tenemos y anhelamos.