El padre Pío se ha convertido en menos de treinta años en uno de los santos más populares del mundo católico. Sin embargo, durante su vida tuvo que afrontar críticas y calumnias; sus extraordinarios carismas le valieron una condena de la Santa Sede desde 1923. Fue hombre de oración y de sufrimiento, a imagen de Cristo y de Francisco de Asís. Como él, su cuerpo llevó los estigmas, signos de participación en la pasión de Cristo. También fue hombre de caridad y practicó la confesión y la dirección espiritual. Sus obras apostólicas dan fe de su dedicación a los pobres.