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EL PÓRTICO DEL MISTERIO DE LA SEGUNDA VIRTUD (PÉGUY, CHARLES)
«Lo que me admira, dice Dios, es la esperanza. Y no me retracto. Esa pequeña esperanza que parece de nada. Esa niñita esperanza. Inmortal. Porque mis tres virtudes, dice Dios. Las tres virtudes, criaturas mías. Niñas hijas mías. Son también como mis otras criaturas. De la raza de los hombres. La Caridad es una Madre. Una madre artiente, toda corazón. O una hermana mayor que es como una madre. La Esperanza es una niñita de nada. Que vino al mundo el día de Navidad del año pasado. Que juega todavía con el bueno de Enero. Con sus pequeños pinos de madera de Alemania cubiertos de escarcha pintada. Y con su buey y su asno de madera de Alemania. Pintados. Y con su pesebre lleno de paja que los animales no comen. Porque son de madera. Pero esa niñita atravesará los mundos. Esa niñita de nada. Sola, llevando a las otras, atravesará los mundos concluidos. Una llama traspasará las tinieblas eternas».

EL MISTERIO DE LOS SANTOS INOCENTES (PÉGUY, CHARLES)
Innocentes pro Christo infantes occisi sunt. «Esos inocentes han pagado por mi hijo. Mientras ellos yacían en el suelo..., En el polvo y en el barro..., Abandonados sobre los cuerpos de sus madres, Durante ese tiempo mi hijo huía... Les cogieron a ellos por él. Les degollaron por él. En su lugar. En su puesto No sólo por su causa, sino por él, valiendo por él... Cuando Herodes quería matarle».

EL MISTERIO DE LA CARIDAD DE JUANA DE ARCO (PÉGUY, CHARLES)

«Jeannette: "Cómo puede un alma no quedar ahogada por la tristeza. Hace un rato he visto pasar a dos niños, dos muchachos, dos pequeños que bajaban completamente solos por aquel sendero. Detrás de los abedules, detrás del seto. El mayor tiraba del más pequeño. Lloraban y gritaban: tengo hambre, tengo hambre, tengo hambre... Yo los escuchaba desde aquí. Los llamé. No quería abandonar a mis corderos. Ellos no me habían visto. Acudieron aullando como perritos. El mayor tenía unos siete años".»