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TEATRO COMPLETO . LA PETIMETRA; LUCRECIA; HORMESINDA; GUZMÁN EL BUENO (FERNÁNDEZ DE MORATÍN, NICOLÁS)
La figura de Nicolás Fernández de Moratín es un punto de referencia como intelectual ilustrado y partidario de la reforma teatral en la España del siglo XVIII, así como un catalizador en la renovación poética gracias a sus publicaciones sueltas y a su breve periódico «El poeta», el primero dedicado íntegramente a la creación literaria. En la producción dramática del siglo ilustrado, quienes promueven las formas neoclásicas pueden considerarse como dramaturgos " aficionados " frente a los llamados " profesionales " que son quienes controlan los teatros comerciales y «viven» de su actividad teatral. En ese sentido, Nicolás Fernández de Moratín fue un aficionado extremo, pues su pasión por los escenarios y por la reforma del teatro español ocupa una parte central de sus actividades y de sus preocupaciones. Esta edición reúne su teatro completo: una comedia, «La petimetra», que bajo la perspectiva de la óptica ilustrada condena el fenómeno de la moda como factor cuyo consumo continuo conduce a la ruina económica y a la depravación moral, y tres tragedias, «Lucrecia», «Hormesinda» y «Guzmán el Bueno», vinculadas al ejercicio justo y legítimo del poder y del monarca, cuya función es proveer y promover el bien público y el bienestar de sus vasallos, frente a la tiranía o el despotismo que utiliza la fuerza del poder para satisfacer el gusto y el placer personales.

OBRAS COMPLETAS. VOLUMEN II . LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN (FERNÁNDEZ DE MORATÍN, LEANDRO / FERNÁNDEZ DE MORATÍN, NICOLÁS)
En 1811, aprovechando el espacio que le brindaba el prólogo a una nueva edición del «Fray Gerundio», Leandro F. de Moratín reprochaba a la Iglesia oficial " cuánto se aparta de su ministerio el orador cristiano que, olvidándose del dogma y de la moral, únicos objetos de la predicación, se pierde en discusiones políticas que, aprovechándose de la estupidez del vulgo, la adula y la excita, pone en movimiento las inclinaciones feroces que es de su cargo reprimir, turba la quietud que debiera recomendar como el mayor bien de los hombres, y en vez de predicar a Jesucristo, ejemplo sublime de mansedumbre, de caridad, de amor, predica sus particulares intereses, derrama en los demás la hiel de su corazón y sacrifica a la destemplanza de sus pasiones tantas víctimas cuantos son los infelices a quienes su elocuencia infernal persuade y acalora " . ¿Hace doscientos años? Moratín, como hombre ilustrado en una España que por hábito desprecia cuanto ignora, padeció " los peligros inseparables que rodean a todo el que quiere leer " . Entre sus delitos, el " de censurar errores funestos a la sociedad " y los personajes que los propician: " Tanto insípido hablador, / tanto traductor audaz, / novelistas indecentes, / políticos de desván " . Entre sus preocupaciones, la educación: " ¿Cuándo se educará la nación? " , se preguntaba no sin ciertas dosis de ironía y amargura. Hoy, pretendidos defensores de la educación ignoran a Moratín porque ignoran que obras como «La mojigata» o «El sí de las niñas» tratan de la educación. Larra empezaba su crítica de esta obra considerando desaparecidos " muchos de los vicios radicales de la educación que no podían menos de indignar a los hombres sensatos de fines del siglo pasado, y aun de principios de este " . ¿Seguro, don Mariano José? Fue Moratín lector voraz, crítico y apasionado. Leyó casi todo el teatro conocido, viajó por media Europa, observó, comparó y censuró o aprobó.

OBRAS COMPLETAS. VOLUMEN I . OBRAS DE NICOLÁS F. DE MORATÍN. DIARIOS DE NICOLÁS Y LEANDRO. EPISTOLARIO DE LEANDRO (FERNANDEZ DE MORATIN, LEANDRO)
La biografía de Nicolás que Leandro puso al frente de las «Obras póstumas» de su padre refleja la personalidad de un hombre preocupado por la reforma artística y social, la renovación de las costumbres, una característica de la ilustración. A propósito de la abogacía que ejerció un tiempo escribe Leandro: " La práctica de los tribunales le dio a conocer muy presto que no era aquella la carrera que debió seguir. Lamentábase de la multitud, contradicción y oscuridad de las ya envejecidas leyes, del conflicto de jurisdicciones, de las clases privilegiadas, de lo arbitrario de los juicios, de la facilidad en admitir apelaciones, de la influencia funesta de los escribanos, nacida de la pereza o la ignorancia de los jueces, de los artificios legales que han hallado la malicia y el interés para que los pleitos se eternicen, del triunfo casi siempre cierto en favor del poderoso, casi nunca obtenido de la pobreza desvalida y oscura " . Cabe pensar que tras estas palabras se trasluce la pasión del hijo. Sabemos que la sátira es por definición denuncia; y así, cuando leemos en una suya algo tan actual como: " Ni sé cómo en el mundo se consiente / que un ciudadano tenga cien millones / y hambrienta perecer la pobre gente " , podemos seguir pensando que es un terceto de repertorio. Si el canto I del «Arte de las putas» es un alegato antibelicista y contra la hipocresía ambiente, no es difícil rebajarlo al nivel burlesco del asunto que trata. Sólo si doscientos años después Marcuse afirma que " el símbolo de la obscenidad no es una mujer desnuda que exhibe su pubis, sino el general que se pavonea de la medalla ganada en Vietnam " , podemos volver sin rubor los ojos al ilustrado Moratín.