Palmira odia su nombre, pero sus padres decidieron llamar a sus hijas con el nombre de sus ciudades favoritas. Su hermana mayor se llama Viena, y como suele decir: “Peor hubiera sido que se enamoraran de Pamplona o Pontevedra”. Salvo por ese detalle y su enemistad con Sergio, Palmira es feliz, hasta que conoce a otra Palmira: una niña un poco mayor que ella que vive en un campamento de refugiados tras haber escapado de la guerra de Siria. ¡Y da comienzo la revolución en su vida!