Como registro de sus actividades cotidianas, pero siempre en un tono elusivo, no anecdótico, evitando la tentación del aforismo, Handke engarza reflexiones, meditaciones, citas (de Katherine Mansfield, André Breton, Hermann Hesse o San Juan de la Cruz) microrrelatos y agudas consideraciones sobre el lenguaje y la posibilidad de la escritura. Se trata de la pura y directa transformación de la experiencia en lenguaje y, en definitiva, del lenguaje y la literatura como avatares de la experiencia.