Un caminante pasea por la orilla del mar y, al azar, entre todas las piedras, toma en su mano una de ellas. La piedra ha sido desgajada de la roca, y su rotura habla de la separación que el peregrino ha sufrido con respecto a su propio mundo y al universo en general. De este encuentro surge una voz que reflexiona sobre el ser, la palabra, el silencio, el amor, el tiempo, la noche, el canto y el vacío. Y es que, en el centro de esa forma, se oculta el verdadero rostro de quien la observa y trata de retenerla. Piedra rota habla del ser humano en busca de sí mismo, de la sensación de florecimiento cuando cree haberse reconocido en su interior o en el otro, y de la complicidad final con el despojamiento.