Ante un modelo uniforme de la globalización mundial, que ignora la diversidad de las culturas y el aislamiento de las comunidades que afirman su identidad en la exclusión del otro, Touraine propone reconstruir una concepción de la vida social centrada en el valor de las instituciones, a partir de la reflexión sobre el sujeto como "afirmación de libertad contra el poder de los estrategas y los aparatos".