En 1940, con veinticinco años de edad y solo, el Hermano Roger llegaba a Taizé con un proyecto: «Quería encontrar una casa en la que acoger a los que buscaban un refugio a causa de la guerra y en la que un día hubiera una comunidad». Setenta y cinco años después, describe algunas etapas de su itinerario y de su reflexión: sus recuerdos de infancia y los encuentros con la Madre Teresa, sus relaciones con Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II y sus visitas a los países del este, la vida entre los desheredados del mundo y la acogida de los jóvenes en Taizé. Y todo en un estilo meditativo y de oración. Un libro este que, sin pretenderlo, es el testamento vital de este hombre de Dios cuya vida finalizó trágicamente el 16 de agosto de 2005 durante la oración del atardecer.