¿Quién compra un rinoceronte? Yo sé de uno que está en venta con patazas y orejotas y una cola muy contenta. Es mimoso y cariñoso, callado como un ratón, y en las cosas de la casa puede ayudar mogollón… “¿Quién compra un rinoceronte?” es un clásico de 1964 que, con una propuesta estética muy sencilla a base de dibujos sin colorear, sorprende y cautiva por su sentido del humor, su frescura y la habilidad de Shel Silverstein para plantear argumentos divertidos y disparatados bajo una aparente seriedad. Ni el perro, ni el gato, ni el canario, ni los peces son ya la mascota ideal, sino un orondo rinoceronte, cuya presencia en el hogar aportaría múltiples ventajas (y algunos inconvenientes que el autor pasa por alto con generosa indulgencia).