Con Recuerdo todos mis pecados, Joe Haldeman continuaba la tradición de La guerra interminable, con renovada ambición. Para Haldeman la novela de aventuras es el medio más adecuado para mostrar las complejidades o los horrores de la vida contemporánea: la crueldad de la guerra, el poder de las multinacionales, el ambiguo puesto del individuo en la nueva teconología. En Recuerdo todos mis pecados, la historia de Otto McGavin, operador jefe de la TBII, guardi secreto de los extraterrestres y los humanos confederados, es también la historia de un espía, ladrón y asesino que de vez en cuando cambia, literalmente de máscara.