El tema de la sanidad ha levantado importantes polémicas y ha sido causa de divisiones en el seno de la iglesia. A un lado están los partidarios de la medicina convencional que afirman que los dones de sanidad cesaron ya hace siglos en la iglesia primitiva. En el otro lado se sitúan los defensores de la sanidad divina quienes mantienen que el creyente tiene la respuesta al problema de la enfermedad única y exclusivamente en la fe. La respuesta -dice el autor- está en un correcto equilibrio entre enfermedad y espiritualidad, entre medicina y fe.