Cuando nuestra civilización parece dar la espalda al sufrimiento y quiere olvidar que existe el dolor en el mundo, Juan Pablo II propone a la familia, a la escuela y a las demás instituciones educativas que trabajen por despertar y afinar la sensibilidad hacia el prójimo y su sufrimiento. Se trata del primer documento de un Papa dedicado al tema del sufrimiento humano. La carta apostólica no es una serie de consideraciones edificantes, sino que trata en profundidad un problema que afecta a cada hombre de cerca y en lo más hondo. Es un iluminado mensaje humano y espiritual, una preciosa toma de posición y una respuesta de la Iglesia a las interpretaciones de los hombres sobre el significado verdadero d el sufrimiento.