«San Pedro Poveda, captando la importancia de la función social de la educación, realizó una importante tarea humanitaria y educativa entre los marginados y carentes de recursos. Fue maestro de oración, pedagogo de la vida cristiana y de las relaciones entre la fe y la ciencia, convencido de que los cristianos debían aportar valores y compromisos sustanciales para la construcción de un mundo más justo y solidario. Culminó su existencia con la corona del martirio». Con estas palabras se refirió a él Juan Pablo II el día de su canonización. Entre 1902 y 1924 la biografía de san Pedro Poveda se entrelaza con la génesis de la Institución Teresiana, fundada por él en 1911.