Es el alba. ¿Y esta lámpara acabó así Su tarea de esperanza, mano sobre El espejo empañado en la fiebre De quien velaba sin saber morir? Pero es cierto que él no la apagó, Que arde para él, a pesar del cielo. Las gaviotas gritan su alma en tus vidrios escarchados, Oh durmiente de las mañanas, barca de otro río. “La tarea de esperanza” de Y. B.