El genio dramático de Galdós llevó obras a escena a lo largo de treinta años ininterrumpidos y conoció casi todos los recorridos del éxito y del fracaso. La vocación primera de Galdós fue la teatral, pero la dificultad para hacerse camino en las tablas lo encaminó hacia la novela, algunas de las cuales llevan en sí mismas el germen del teatro, hasta el punto de crear el subgénero de «novela dialogada», y que fueron adaptadas por él mismo a la escena. El vehículo teatral siempre lo utilizó Galdós como tribuna principal para la disertación ideológica y como escenario de su utópico “cambio social”, línea maestra de su pensamiento. Favoreció de forma decisiva la innovación del caduco teatro de la época mediante nuevos conceptos, temas y fórmulas dramáticas. Conoció el éxito con el estreno de «Electra». Fue sacado a hombros por el público y vendió al mes y medio de su estreno en España veinte mil ejemplares. También el fracaso con «Los condenados» o «Alma y vida», muestras ambas de la incomunicación acaecida entre su texto y el espectador. Con el drama «Realidad» sentará las bases del nuevo teatro español, con cambios significativos que servirán a las nuevas generaciones de autores teatrales. Galdós quiso compartir con el público sus emociones y creó una relación entre autor, público y espectáculo esencialmente emocional. Sentía que a través de la emoción el público se podía identificar con la ficción teatral. En el teatro de Galdós lo que importa no es sólo la acción. Pero donde Galdós llegó a innovar verdaderamente es en los personajes femeninos. Casi la totalidad de sus protagonistas son mujeres que buscan la libertad, redimen al hombre o sirven de inspiración ideológica.