El acercamiento al monumento y a su singular arquitecto se propone a partir del estudio de la propia materialidad de la arquitectura, de los planos y su geometría, así como del análisis de lo que Acero dejó escrito al defenderse de los furibundos ataques recibidos por las dificultades de cimentación, tras los que se adivinan los rechazos que su arquitectura heterodoxa producía. Vicente Azero (1680?-1739) fue un arquitecto de aquel “otro barroco” (Borromini versus Bernini), en el que se encuentra la génesis del concepto moderno del espacio, (G. C. Argan), sustituyendo el concepto del espacio como representación por la experiencia sensible del mismo. La arquitectura de la Catedral no pertenece al barroco que trata de elevar lo decorativo al rango de la Arquitectura. Pertenece más bien al grupo de aquellos otros barrocos que buscaban una concepción moderna del espacio como experiencia, con el hombre en su centro, actitudes que no abundaban en España. En el proyecto de Vicente Acero para la Catedral de Cádiz se produce de manera brillante la resolución del viejo compromiso entre la rotonda y el salón. A partir de sus reflexiones sobre la Catedral de Granada, donde se enfrentan dos espacios tan diferentes como máquinas contrapuestas, Acero consigue dinamizar el espacio hasta el punto de que no hay solución de continuidad entre rotonda y salón. Para la formación de la planta utiliza un elemento fundamental constituido por una pilastra cilíndrica con columnas adosadas al bies, que se acomoda mediante transformaciones a los distintos lugares de la planta del edificio, hasta llegar a la compleja pilastra de transición entre rotonda y salón, cuya forma cóncavo-convexa sirve de directriz al gran arco de la embocadura del presbiterio. Tras este método aparecen las ideas de G. Guarini: “La determinación formal es una búsqueda infinita que se resuelve mediante la repetición rítmica de la forma”. Las raíces culturales de la arquitectura de Acero se encuentran en el tratamiento de los organismos centrados y policéntricos de Leonardo, Peruzzi y Serlio, y en los esfuerzos para prolongar estos espacios fuera de la rotonda, tal como constituye toda la historia constructiva de San Pedro de Roma. Con influencias de tratadistas como G. B. Montano, cuyos dibujos son considerados por Tafuri como repertorio de formas a usar por Borromini, las decisiones de Acero quedan inmersas en la “querelle” de Perrault y Blondel entre antiguos y modernos. Las respuestas de Acero en su Probocado... afirman el carácter “moderno” de su arquitectura, manifestando un profundo conocimiento de los escritos de Fr. G. de la Concepción, Daviler y A. Pozzo, V. Tosca, Fr. L. de San Nicolás.