Querida cuñada, en este momento de despedida, quiero expresarte mi más sincero agradecimiento por todo lo que has sido para mí y para nuestra familia. Tu amor y tu fe en Dios siempre fueron pilares que nos sostuvieron, y tu ejemplo de vida cristiana nos ha dejado una huella imborrable. Mientras me despido, confío en las promesas de nuestro Señor, que nos asegura un reencuentro en su reino celestial. Te recordaré