El Dr. Mark era un oncólogo famoso. Un día voló a una importante conferencia en otra ciudad donde iba a recibir un premio en medicina. Sin embargo, una hora después del despegue, hubo un aterrizaje de emergencia en un aeropuerto cercano. El médico alquiló un automóvil y se dirigió a la conferencia.

Sin embargo, poco después de su partida, el clima empeoró y comenzó una violenta tormenta. Debido a la fuerte lluvia, Internet desapareció en el navegador, giró en la dirección equivocada y se perdió.

Después de dos horas conduciendo, se dio cuenta de que había desaparecido. Se sentía hambriento y terriblemente cansado, por lo que decidió buscar un lugar para quedarse. Finalmente, se encontró con una pequeña casa. Desesperado, salió del coche y llamó a la puerta.

Una mujer abrió la puerta.

Él le explicó y le pidió que usara el teléfono. La mujer le dijo, sin embargo, que no tenía teléfono, pero que podía entrar y esperar a que mejorara el clima.

Hambriento, mojado y cansado, el médico aceptó su oferta y entró. La mujer le ofreció té caliente y dijo que iría a rezar. El Dr. Mark sonrió y dijo que solo creía en el trabajo duro.

Sentado a la mesa, tomando un sorbo de té, el médico observó a la mujer rezar junto a la cama a la tenue luz de las velas. El médico se dio cuenta de que la mujer necesitaba ayuda, así que cuando terminó de orar, le preguntó:

  • ¿Qué es exactamente lo que quieres de Dios? ¿Crees que Dios alguna vez escuchará tus oraciones?
    La mujer sonrió tristemente y dijo:
  • El bebé de la cuna es mi hijo, que tiene un tipo raro de cáncer, y solo hay un médico, su nombre es Mark, que puede curarlo, pero yo no tengo el dinero, y el Dr. Mark vive en otra ciudad. Dios todavía no ha respondido a mi oración, pero sé que me ayudará … y nada quebrantará mi fe.
    Aturdido y sin palabras, el Dr. Mark simplemente se echó a llorar. Él susurró:
  • Dios es maravilloso …
    Recordó todo lo que le pasó hoy: el accidente de avión, la lluvia torrencial que le hizo perder el rumbo; y todo esto sucedió porque Dios no solo respondió su oración, sino que también le dio la oportunidad de salir del mundo material y le dio la oportunidad de ayudar a los pobres infelices que no tienen más que oración…

(Jorge Bucay)