Gandhi hizo lo mismo que los primeros cristianos: una revolución silenciosa y pacífica que cambie todas las cosas, proyectada en el tiempo. Y eso propongo, amigos y amigas: una revolución que dice que NO al pecado, dice que NO a los que corrompen la mente de los niños, que dice que no al mal. ¿Te apuntas? No se trata de decir las cosas por su nombre, para que duela. Sino de hacer caso de la conciencia y dejar a los demás con la suya. Acompañar, dar facilidades, esperar en Dios.