La sociedad, ese tapiz tan bonito y complicado (si se mira por detrás), comienza por mujeres formadas, sin miedo al sacrificio, con ganas de compromiso. Mujeres que no piensen que tener hijos es un engorro. Mujeres que estén dispuestas a dirigir una familia desde la sombra. Mujeres que de verdad crean en valores superiores; que apuesten por conservar el vínculo familiar contra viento y marea. Y que sigan sonriendo y mostrándose jóvenes.