Sucedió en la preparación del Congreso sobre la acción de los Católicos durante la . Daría como fruto la petición pública de perdón por parte del Papa, por el daño causado por los católicos en relación a la Inquisición. Como es costumbre, se llamó a muchos expertos a Roma, sin distinción de religión, raza o sexo. Y allí apareció aquel historiador español, de religión protestante. Después de algunos días de ponencias y , se invitó a una audiencia privada de los participantes con el Papa (era ).

Este hombre, al ser protestante, pensó que no había venido a ver al Papa, ya que había ido a un congreso. Por la noche le dio vueltas y no se atrevió a decírselo a su mujer, que compartía habitación con él, en el hotel. Total, que en contra de su opinión y creyendo contentar a su mujer, al día siguiente se desdijo y decidió apuntarse.Entonces, después de la clásica espera corta en la antesala, fueron llamados a la audiencia. Una vez dentro éste abrió los ojos y lentamente cayó de rodillas al suelo. Cuando su atónita mujer fue a ayudarle a levantarse dijo que no estaba viendo al Papa sino a Cristo. La audiencia entera fue para él un auténtico valle de lágrimas, y el que entró protestante salió católico.