Es el caso del individuo que se siente siempre obligado a hacer lo que en teoría es más perfecto, y que identifica normalmente con lo que más cuesta. Piensa que así está seguro de no ceder a su naturaleza. Está preocupado por hacer siempre más. Tiene miedo de aflojar, de abandonarse en busca de sus propias satisfacciones. Y para evitarlo quiere siempre lo que menos le gusta.

Aun cuando hace un favor lo hace con frialdad y dureza. Tiene miedo de expresar su afectividad porque teme que esté cediendo a su amor propio al sentir alegría y gozo mostrándose afectuoso y simpático. Tiene miedo al afecto, porque podría llevarle a la larga a la sensualidad.

Está dominado por el temor y no por el amor. (Deus caritas est et qui manet in caritate in Deo manet et Deo in eo)

(Luis María Mendizábal, Dirección espiritual, p.295. Sobre el perfeccionismo angustioso)