“La paz en el corazón del cristiano está inseparablemente unida a la alegría (…) Cuando la alegría de un corazón cristiano se derrama en los demás hombres, allí engendra esperanza, optimismo, impulsos de generosidad en la fatiga cotidiana, contagiando a toda la sociedad. Hijos míos, sólo si tenéis en vosotros esta gracia divina que es alegría y paz, podréis construir algo válido para los hombres ”

(Juan Pablo II, Discurso 10.IV.79)