El apuntador, en el teatro, la revista y la ópera es la persona que asiste u orienta a los actores cuando han olvidado su texto o no se mueven correctamente sobre el escenario. En el modelo clásico del teatro italiano el apuntador está instalado en el proscenio, entre la escena y el público, para el que permanece oculto, protegido por la concha, tornavoz o caja del apuntador. La evolución del fenómeno escénico ha hecho que en muchos casos desaparezca este singular oficio del teatro, siendo absorbido por las tareas del traspunte o situándose, como este, entre bastidores.

Tanto en la ópera como en el teatro, el máximo terror de un apuntador es el «capocómico» y en especial las divas. El apuntador americano Philip Eisenberg solía contar la anécdota ocurrida en una actuación de Maria Callas en que ella necesitaba apuntes más altos. La famosa soprano se inclinó hacia delante en una reverencia ante la caja del apuntador y en un susurro entre dientes que no podía escuchar el público de las primeras filas, dio a su colega encajonado (el apuntador) la orden italiana «¡¡forte del più!!» (¡más alto!).