Los sistemas públicos nos tienen localizados por la cuenta del banco, el móvil, el e-mail. Saben nuestros gustos, preferencias; saben todo de nuestra vida: qué vemos qué hacemos… Si necesitan dinero, se inventan «razones», multas inexistentes y te lo requisan de la cuenta bancaria… Si es a través del móvil, llegan a cobrarte llamadas que no has hecho o servicios no contratados. Parece que sólo queda la esperanza en el cielo.