Según la teoría holográfica del doctor Pribram, nuestra mente aloja imágenes holográficas tridimensionales de todo aquello que visualiza imaginariamente. Estas imágenes estimulan los sentidos para traducirlas en sus equivalentes físicos, es decir, en realidades.

Este sería el motivo por el cual, cuando nuestra mente cree firmemente que algo es cierto, que es posible y lo vive como tal, se concitan todas nuestras potencialidades y estamos en las mejores condiciones para que, poniendo todos los medios a nuestro alcance, se conviertan nuestros sueños y deseos en realidad.

En definitiva, se trata de forjar una poderosa y clara imagen mental de aquello que pretendemos lograr. Nada se ha llevado a buen término jamás que no haya sido previamente soñado, imaginado y verdaderamente deseado. Nuestra mente realiza una especie de adelanto, de ensayo previo sobre aquello que tratamos de conseguir, y si lo hace con optimismo, esperanza y fe (hasta el punto de «ver» anticipadamente como realidad concreta el objetivo marcado), el éxito está asegurado, salvo raras excepciones.

Quienes ponen poca ilusión, atención y empeño en sus deseos y se dejan llevar muy pronto por actitudes derrotistas, de resignación y conformismo. Tampoco logran sus sueños los que no pasan a la práctica ni ponen los medios y el esfuerzo necesario para que se conviertan en realidad. Sería bueno que hiciéramos nuestra lista personal de todos los sueños que después se convirtieron en realidades.

Con toda seguridad, no cesamos de tenerlos bien presentes durante mucho tiempo y jamás dejamos de soñar hasta lograr lo que tanto habíamos deseado.

Bernabé Tierno.

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