A principios de 1240, los Hermanos Carmelitas de Palestina se establecieron en Toulouse. Juana les suplicó que le admitieran en la orden y el prior Juan se lo permitió, la cubrió con el hábito carmelita y le permitió hacer el voto de castidad perpetua. Fue venerada como la fundadora de las Terciarias y ayudaba a pobres y enfermos. La Beata Juana fue supultada en la Iglesia de los Carmelitas de Toulouse y a su tumba acudían aquellos que buscaban su intercesión.