«Quien mira con ansias al cielo, quien levanta sus manos en oración, da testimonio de una realidad primordial (…): que la tierra no lo es todo (…) La tierra depende del cielo. La lluvia y el rocío indican nuestra dependencia de lo de «arriba», de donde «viene toda dádiva buena, todo don perfecto».

(«Amar a la Iglesia», Mons. Ch. Schönborn)