Perteneció a las primeras generaciones de cristianos. Fue un obispo que destacó por su celo apostólico y se volcó allí donde había una necesidad que él pueda aliviar. Su sede se encontraba en Corinto, una ciudad en la que aprovechó su importante nudo de comunicaciones. Entre las miles de personas que iban y venían, siempre se acercaba algún cristiano llevándole noticias. Resalta la condición de escritor de Dionisio y escribió una serie de cartas. Sin moverse de Corinto ejerció un apostolado epistolar que no conoció fronteras.